Considero importante comenzar este articulo aclarando que el enojo es una emoción absolutamente normal y natural a todo ser humano, es más, me atrevería a decir que cumple una función de protección y supervivencia.
¿Te has preguntado para qué sirve el enojo?
A veces creemos que el enojo sirve para lograr aquello que queremos y lo usamos como un medio para generar temor en los demás, y de esta forma, lograr lo que deseamos. La verdad es que ese podría ser uno de sus usos, pero me temo que sería utilizarlo de manera inadecuada.
Otra creencia respecto al enojo, es que sirve para desahogarnos. Culturalmente ronda la idea que explotar en enojo o expresar desmedidamente nuestra ira, nos ayudará a liberar tensión. Puede ser cierto en el cortísimo plazo, pero la verdad es que quien da rienda suelta a su ira, sin control alguno, termina por lo general con una alta carga emocional que suele ser muy negativa, y que en ocasiones resulta muy difícil deshacerse de ella.
El enojo utilizado de manera saludable cumple una función muy importante: Nos ayuda a poner límites. Sí, como lo lees, a poner límites. Cuando tu hijo pequeño insiste en meter los dedos en el enchufe haciendo caso omiso a tus instrucciones ¿no has reaccionado con enojo para corregirlo y de esta forma evitar que continúe haciéndolo?; que decir respecto a tu hijo adolescente, quien ha transgredido el compromiso de llegar a determinada hora después de la fiesta de curso; o del compañero de trabajo que reveló un asunto personal que le habías contado en medio de una reunión de trabajo; o tu actual pareja quien ha faltado a la verdad en varias oportunidades. Es muy probable que dichas situaciones hayan provocado en ti, más de algún enojo, lo cual sería absolutamente natural (además de estar en tu pleno derecho) puesto que en todas las ocasiones dichas personas han sobrepasado el límite personal que tú has impuesto.
Un problema que se suele repetir continuamente, y que a su vez, no nos permite entender adecuadamente cómo manejar situaciones de enojo, es que tendemos a confundir el enojo con agresión. La agresión es una expresión inadecuada del enojo y esta puede ser tanto física como psicológica. Como dijimos anteriormente, el enojo es una emoción común y natural a todas las personas, la agresión en cambio, no es una emoción ni tampoco es algo natural. Cuando por ejemplo, golpeamos a alguien, estamos agrediendo en términos físicos; mientras que cuando insultamos a otra persona, estamos ejerciendo una agresión psicológica. Por tanto, el enojo es una emoción natural que nos ayuda a poner límites, en cambio la agresión es una conducta inadecuada que brota del mal manejo de la emoción del enojo.
Existe también otra expresión inadecuada del enojo y esta es la hostilidad. La hostilidad a diferencia de la agresión no es una conducta, sino una actitud.
La hostilidad genera un ambiente tenso y representa un estado colérico interno de una persona. No es necesario que una persona explote en ira para expresar de forma tóxica su enojo, también puede hacerlo por medio de una actitud hostil. Una persona hostil vive su ira de manera interna, es como esas personas que siempre están aparentemente enojadas, su rostro refleja disgusto y su comunicación tiende a ser cortante e incluso agresiva en ocasiones. Son aquellas personas que jamás pondríamos como anfitriones en una fiesta, puesto que no darían la mejor de las bienvenidas a los invitados. Obviamente, una persona que mantiene una actitud hostil puede en ocasiones caer en agresiones, pero no siempre es el caso. Lo que sí generan es un ambiente tenso y relaciones tirantes con el resto. Claramente, la hostilidad es una expresión nociva de la emoción del enojo.
En conclusión, enojarnos en determinadas ocasiones es normal y hasta necesario, sobre todo cuando dicho enojo es por un motivo justo, eso te ayudará a poner límites a dichas situaciones, pero no podemos permitir que ese enojo nos lleve a la agresión, en ninguna de sus formas. Tampoco podemos permitirnos utilizar el enojo para manipular ciertas situaciones o personas. También debemos aprender a deshacernos del enojo que ciertas situaciones nos puedan generar, de tal forma de no mantener un ambiente hostil, que en nada ayuda a resolver los conflictos.
Cada vez que veas que estás agrediendo a alguien, manipulando a otros a través de tu enojo desmedido o creando de forma continua ambientes tensos, debes recordar que estás mal utilizando una emoción natural (el enojo), cuyo fin tan sólo es poner límites a situaciones y personas que según nuestros parámetros han transgredido nuestras normas o espacio íntimo.
Por tanto, cada vez que al enojarte, agredas, manipules o propicies ambientes tensos de forma permanente, estarás usando el enojo de manera tóxica, lo cual dañará las relaciones con tus cercanos y seres queridos (a veces de forma irreparable), y peor aún, afectará negativamente tu propio equilibrio interno y bienestar personal.
Podemos expresar enojo, sin necesidad de explotar. Enójate, si consideras que han pasado a llevar tus límites, pero no explotes en ira, no manipules ni dejes que la sensación de rabia permanezca en tu interior por mucho tiempo. No permitas que el enojo te controle, puesto que de esta forma de seguro, serás tú, quien termine transgrediendo los límites de las demás personas.
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